sábado, 25 de agosto de 2012

La Novela Negra: Diez escritores debutantes y que han repetido en el género

El entusiasmo por la novela policiaca no es solo de los lectores, ni por los autores extranjeros. Cada vez más, los escritores españoles se adentran con éxito en el territorio del género negro, incluso han sido seducidos autores consagrados como Carme Riera, que ha firmado este año Naturaleza casi muerta.
Es uno de los géneros que más autores nuevos incorpora en cada temporada, desde personas anónimas y periodistas hasta cineastas prestigiosos.

El objetivo de los escritores, en general, es explicar el mundo desconcertante en que vivimos, con todas las excepciones que se quiera. Las siguientes son diez novelas policiacas de debutantes, o segundos títulos, que recomendamos para despedir el verano:
  
Simpatía por el diablo, primera novela del cineasta Agustín Díaz Yanes, entre lo negro y la política ficción, da miedo, porque lo que cuenta podría pasar en cualquier momento: un banquero corrupto, con muchos trapos sucios que esconder pone en marcha, con la inapreciable ayuda de políticos corruptos y de un elitista fondo de inversiones norteamericano, una conspiración para dar un golpe de Estado, de derechas, naturalmente. Todo es ficción, pero el lector atento podrá identificar a algunos personajes de la política española.

Narcolpesia, primera novela de Jordi Ledesma, es la historia de un chiquillo de la Barceloneta que casi sin darse cuenta se convierte en un camello. Prospera rápidamente hasta que comete su primer asesinato y se pierde a sí mismo.
Sanclemente hace una radiografía en Tienes que contarlo de la crisis de la prensa escrita, de la publicidad en Internet y del periodismo digital en una historia de amores y desamores entre un policía y una arriesgada periodista
Primera novela negra también de Aro Sáinz de la Maza, El asesino de la Pedrera. Un pelo desmesurada, narra la obsesión de un asesino por los edificios y símbolos de Gaudí: el parque Güell, la Sagrada Familia, las chimeneas soldado de la azotea de La Pedrera. Es una acerba crítica a la Barcelona preolímpica, a los malos tratos y a los políticos y policías corruptos.

El rostro de la maldad, segunda novela negra de Julián Sánchez, protagonizada por el inspector David Ossa, parte de un terrible atentado en unos grandes almacenes (recuerda a Hipercor, pero no tiene nada que ver). La venganza de un artificiero a quien sus compañeros dejaron caer voluntariamente en el fuego será terrible y su principal escenario es el subsuelo barcelonés.

La segunda novela de Marta Sanz protagonizada por el detective privado Zarco, Un buen detective no se casa jamás, confirma la línea psicológica emprendida en Black, Black, Black. Zarco, huye de Madrid y de los sinsabores que sufrió en la anterior historia y acepta la invitación de una antigua amiga para pasar las vacaciones en la costa mediterránea, pero no puede quitarse de la cabeza a su exmujer Paula, que se convierte en la voz de su conciencia.

Novelas de periodistas o sobre el periodismo.
José Sanclemente hace una radiografía en Tienes que contarlo de la crisis de la prensa escrita, de la publicidad en Internet y del periodismo digital en una historia de amores y desamores entre un policía y una arriesgada periodista.

Gabriela Cañas ha debutado con Fuego en las torres, en la que a partir del incendio del edificio Windsor en Madrid, traza un certero análisis de la corrupción política y empresarial que se inició con la burbuja inmobiliaria y sus paralelismos actuales.

Con mucha acción, Verano en rojo, de Berna González Harbour, primer caso de la comisaria Ruiz, traza un panorama desolador del periodismo con una trama trepidante a partir del asesinato de dos muchachos en el verano de 2010, año en que España ganó el Mundial de Fútbol.

La tristeza del samurái, de Víctor del Árbol, es un caso curioso. Se publicó en 2011, con buenas críticas pero pasó con más pena que gloria. Publicada en Francia por Actes Sud ha sido un rotundo éxito en el país vecino, donde ha obtenido el Premio Polar Europeo. Ahora aparece en España en edición de bolsillo. Abarca un periodo que va desde los primeros años cuarenta a bien entrados los ochenta. Los desafueros de los políticos de la posguerra, de cómo se situaron después de la guerra y prosperaron durante la transición, llegan hasta el presente. La venganza no tiene límites. Muy bien construida y con personajes sólidos.

Fuente: El País.
Enlace:  http://cultura.elpais.com/cultura/2012/08/22/actualidad/1345622411_718517.html

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