Porque en este mundo,
una mitad es incapaz de escuchar a la otra.
“Vamos a morir de éxito” gritaba uno de los ejecutivos de Repsol el día
que se confirmó en Argentina la existencia de “Vaca Muerta” un área de
explotación descomunal de petróleo en la provincia de Neuquén; se refería,
supongo, a la ambición que en el gobierno de Cristina Fernández de Kirchner
despertaría aquel hallazgo de una “gallina de huevos de oro” por ponerle un
nombre coloquial. Tiempo después el ejecutivo tendría que haber dicho para sí
mismo: “tenía toda la razón”.
Los gobiernos de la izquierda
latinoamericana y algunos de continentes ajenos al habla hispana, esos que no
son propiamente “revolucionarios”, pero que sí se empeñan en hacer ver a los
barbudos uniformados como viajeros del tiempo que llegaron del pasado, por allá
en los años sesenta y que no se acostumbran a las formas de vida moderna,
siguiendo claramente las líneas castrenses de la paradisíaca pero maltrecha
Cuba y por supuesto los sueños más salvajes de Marx y Engels, (pero eso sí, en
una especie de “adaptación” a la realidad en la que el comunismo y la escasez
son para todo el mundo menos para ellos, los que gobiernan); han desatado una
“guerra ideológica” que si por la semántica fuera, sería hasta inofensiva, pero
lamentablemente la humanidad ha ido en una suerte de retroceso en lugar de
avanzar en estos términos, sobre todo en los pueblos más pobres.
La guerra es sencilla, en todos
los medios de comunicación gubernamentales, redes sociales y foros de discusión
en internet se alimentan el recelo y la cultura del “anti-imperialismo” como
una bandera revolucionaria; que al final resulta más pavosa que los pañuelos de
Piedad Córdoba. La descalificación es la premisa, el ataque verbal la constante
ceguera que impide ver la cabilla en el ojo propio en lugar de la paja en el
ojo del prójimo.
Esta campaña inclemente de
ataques contra países que tienen regímenes económicos capitalistas o que se
encuentran cercanos al término de gobiernos fracasados en sistemas distintos
que terminarán por ser derrotados electoralmente (en el mejor de los casos), se
complementa con los diferentes tratados y acuerdos entre los “socialistas” por
conveniencia y por supuesto, en decisiones políticas que disfrazadas de
“progreso” y lemas populistas, vienen de una saña propia de las hienas cuando
ven a un león herido, que ahora se agudiza, con la delicada situación de un
gobierno como el venezolano, clave para la subsistencia de los países que viven
de los “subsidios” de este estado y que sin ellos no podrían sostener políticas
a punta de demagogia, por lo que han tenido que tomar medidas más drásticas.
Son ejemplos notables de estas
medidas, las expropiaciones de empresas españolas como Repsol YPF (por parte de
Argentina) y de Red Eléctrica Española (REE) (Por parte de Bolivia); es
evidente que bajo el amparo de la ignorancia generalizada de ciudadanos que
sólo ven la mitad del mundo (por supuesto, su mitad) no comprenden que detrás
del discurso de triunfo, se encuentra la más visceral política en contra del
gobierno Español, por el simple hecho de que los ciudadanos españoles, en toda
su soberanía y con las razones que hayan tenido, (las cuales serán válidas mientras
no se demuestre lo contrario) hayan decidido cambiar de rumbo e irse con el
Partido Popular, abiertamente Capitalista.
Para estos gobiernos del atraso,
el único pecado del P.P. es su ideología, a mi parecer, el lema del nuevo
comunista debería ser: “No me importa que seas genocida siempre que no te
declares capitalista”. O también le tendría otro: “Capitalismo para el Estado y
Comunismo para el pueblo”. En estos tiempos parece ser un sinónimo de hambre y
corrupción el sistema adorado por Fidel Castro y el mundo, está reaccionando.
Alguna vez escuché que “No se
puede engañar a mucha gente por mucho tiempo”; y este es el fin de los engaños
de sistemas autocráticos, ineficientes y populistas, lo dijeron los árabes de
la peor forma, lo dijeron los españoles con votos y lo dirán todas las naciones
que logren abrir los ojos ante la barbarie, ya no les queda mucho, desvirtuaron
la izquierda y ahora, como dijo Saramago antes de morir, parece ser lo más
estúpido que hay.
Rajoy toma medidas en España de
austeridad para superar una crisis generada por la ineficiencia de políticas
económicas socialistas, que si bien pueden haber funcionado en algunos
momentos, terminaron por desgastarse en el camino, pues la corrupción, como
está destapándose en Moncloa al pasar de los días, se fue comiendo todo lo que
encontraba a su paso.
En Moncloa “se analizan” las
decisiones de los gobiernos de Bolivia y Argentina en contra de las
transnacionales españolas cuando en realidad no tienen nada que analizar, una
política que se hace con las emociones a flor de piel, con el populismo como
bandera y con el estómago, no es digna siquiera de análisis alguno, porque no
tiene ningún sentido, es la política de las cavernas.
Por otra parte y para ilustrar
otras caras, en Francia, hace unos días, se van por el socialismo después de 15
años de gobierno de derecha, sus razones tendrán, de lo que no me queda duda es
que si en unos años no se muestran avances, llámese como se llame el régimen,
caerá; la gente ya no se queda en los nombres ni las palabras estridentes y
emocionantes, se necesitan gestiones, acciones y resultados y, según mi punto
de vista, esto es de lo más positivo.
La “Izquierda revolucionaria”
sigue peleando, sigue atropellando y sigue violando derechos en todo el mundo y
contra todo el mundo; de gobiernos, instituciones, empresas y lo más grave, de su
propia gente, de la gente que estaba hasta la coronilla de abusos y los hizo
llegar al poder con luces de esperanza que se han desvanecido, más temprano de
lo esperado. No escucharon a nadie, no están escuchando los gritos de la
tierra, de todas las naciones, de los pueblos y no por voluntad propia, sino
porque sencillamente, son incapaces de escuchar. Esperarán un madrugón; porque
el tiempo se les acabó y la historia, no perdona.
Alejandro Suárez Basso.
@alexbassoucab
Derechos de la imagen Reservados a Joaquín Lavado.
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