En curso la cumbre más “borrascosa” desde que tengo memoria, una muestra de la infinita falta de autoestima latinoamericana, que se sigue creyendo descubierta por un imperio y dominada por otro; porque eso sí, antes de 1492 no existíamos según nosotros mismos. “Imperios” económicos que no fuesen tales si nos hubiésemos dejado de pendejadas hace años y en lugar de jugar a llorones que no quieren a su madre patria ni padrastros que los castren posteriormente; hubiésemos sacado provecho a nuestros recursos naturales para convertirnos en una potencia mundial y que dejaran de llamarnos “países en vías de desarrollo” una especie de acepción a “países amateur” y por lástima, porque en realidad nos hemos comportado como un montón de sub-desarrollados desde hace ya bastante tiempo.
En realidad hemos sido unos hijos incómodos, que nunca nos hemos puesto de acuerdo para nada más que para quejarnos de que existen países más grandes, más capaces y más poderosos que nosotros y aparte gastamos millones de dólares en eso, quejarnos. Sin pensar en que ocupándonos de lo que tendríamos que ocuparnos, la cosa tomaría otro rumbo, sería distinta. Ahora, tarde, muchos años tarde, deciden hacer una cumbre para ver cómo es que avanzamos y por supuesto, con la malcriadez que requiere el caso, no invitamos a los Estados Unidos ni al Canadá; como si fuera un castigo para ellos reunirse con nosotros… los más pequeños. Yo siendo esos, me sentiría aliviado, porque para escuchar quejidos ideológicos de un Evo Morales o a Rafael Correa leyendo sus discursos como niño de quinto grado que no tiene idea de lo que está hablando o al célebre Raúl Castro, conocido anti-imperialista en el país del nunca jamás, donde el tiempo no transcurre y las bicicletas son el principal medio de transporte ¡qué va! yo no querría ir prefiero quedarme fuera. Sobre todo si el moderador de la cumbre fuese un hombre convertido en una contradicción, un megalómano como el que nunca ha visto la historia desde Napoleón Bonaparte, cuyos deseos de llamar la atención eran entendibles siendo de baja estatura y feo, cosa que no lo ayudaba, porque además el tipo era bien antipático. En fin, la cumbre de los lamentos es llevada a cabo sin pena ni gloria, pero a lo que quiero llegar realmente es a la reacción de los ciudadanos venezolanos y latinoamericanos en general acerca de la cumbre, aunque no puedo hablar mucho, porque no existió practicamente.
En Venezuela se planteó un “Cacerolazo” vía 2.0… Y ya, esto fue todo, un montón de gente convocando a tocar las benditas cacerolas, para que “los visitantes nos escuchen y sepan que aquí la realidad es otra”. Perdónenme amigos, pero nadie escuchó absolutamente nada, hubo cacerolazo sí, hubo reacción de la disociación colectiva gobiernera y se lanzaron cohetes para contrarrestar el ruido, lo que hizo a Raúl Castro asustarse y pensar que ya le había llegado la hora y en un país que no es el suyo, ¿cómo iba a escaparse a Venezuela en el avión presidencial o en una avioneta improvisada? ya estaba aquí, no había para donde correr. Se tranquilizó luego de saber que los cohetes eran un “agasajo” a los visitantes, lo que me hace pensar por su cara de susto, similar a la de Ghaddaffi en sus últimos momentos en aquellos videos morbosos que transmitieron sin escrúpulos por TV, que hace ya tiempo que no está esperando una bienvenida en ningún lado, sino todo lo contrario. Volviendo al tema, los cohetes y las cacerolas sonaron, más nada sucedió. No hubo respuesta de nadie, no hubo protesta real, ni siquiera un guardia tuvo que disparar un perdigón ni tuvieron que salir equipos antimotines para controlar las multitudes indignadas por el bodrio que se preparó desde el gobierno venezolano, no salieron ni 10 personas a trancar una calle y ustedes se preguntarán, ¿por qué? ¿suscribimos el lamento? ¡pero por supuesto que sí! el alma del latinoamericano es tan triste que no se preocupa por visualizar un pozo de agua para tenerlo cerca cuando ve las barbas de su vecino arder. Aquí no hay quien salga de su comodidad, de su lugar seguro, para enfrentar las barbaridades cometidas por unos cuantos, ni siquiera cuando esos cuantos son los que deberían manejar el continente conforme al interés de todos los habitantes en cada uno de los países que representan; somos flojos de oficio y como decía Miranda, puro bochinche; qué razón tenía el verdadero prócer. Preferimos cacerolear un ratico y volver a nuestras vidas, meternos en twitter para ver cómo salió la cosa y luego a dormir, porque mañana hay que ir a la playa.
Alejandro Suárez Basso
@alexbassoucab
Cada vez va quedando menos qué decir…
No hay comentarios:
Publicar un comentario